«Perdimos todo buscando a Carlos».

Desaparición forzada: pericia ocular dentro de la causa Carlos Painevil.

Newenken, territorio mapuche.- “¡Pensa lo que quieras!”, le respondió, de forma despectiva y sin mirar, el comisario Pablo Torres a Claudia Painevil. Torres fue designado -hace poco más de un año- exclusivamente para investigar la desaparición (forzada) de Carlos Painevil. En este tiempo el padre de Carlos, Juan Painevil, tuvo que sembrar cierta confianza en él. Pero durante la primera inspección ocular, luego de 5 años de espera, no sólo que el padre de Carlos descubrió que a Torres “se le había soltado la cadena” con su soberbia, sino que además, Juan logró revelar con nitidez que al comisario no le importaba en lo absoluto el caso de su hijo. La fiscal Teresa Giuffrida, a cargo de la causa, en cambio, logró extender las frontera del tiempo y la indignación familiar. Fundamentalmente porque llego 2 horas veinte más tarde de la hora pautada (por ella misma). Y cuando finalmente arribó a la chacra argumentó que, primero, tenía otros casos por “atender” y, segundo, que dentro del poder judicial de Fiske Menuko (mal llamado General Roca) se había “pronunciado” una amenaza de bomba. Claudia Painevil no dudo en responderle indignada “¡hace dos meses que usted sabía que se iba realizar este allanamiento! ¡Usted tendría que haber estado acá durante todo el procedimiento!” La pericia ocular consistía específicamente con registrar la casa y un pozo ciego tapado dentro de una chacra denunciada por un testigo de identidad reservada. Pero la fiscal no previó ni siquiera la necesidad de utilizar una retroexcavadora. La tuvo que solicitar el personal de bomberos de forma imprevista. Más tarde, casi al final de la pericia ocular, tres horas después, apareció en escena, el personal de criminalística, sin los perros, ni el luminol (compuesto químico que sirve para detectar sangre) para la pericia dentro de la casa. En realidad, el luminol estaba, pero estaba vencido. En este contexto de prolijidad y coordinación fue que el comisario Pablo Torres y el personal de criminalística solicito que me retire afirmando que mi labor entorpecía la investigación. Nuevamente un familiar de la víctima no dudó en intervenir. Contundente Claudia Painevil les aclaro que yo era “el ojo de la familia” y que iba a estar en cada uno de los allanamientos y las pericias oculares que se realicen dentro de la causa. Con esta frase Claudia no sólo reivindicó la importancia de mi labor dentro de un caso de desaparición forzada, sino que además reivindicó el lugar social del (foto)periodismo de investigación, en tiempos en donde los periodistas gráficos son expulsados de las agencias de noticias indiscriminadamente, como también sucede que dentro de los escenarios de investigación sólo tienen acceso la policía y las fuerzas de «seguridad», muchas veces, implicada en los mismos casos (véase desaparición forzada de Santiago Maldonado).

Carlos Painevil.Juan Painevil  (papá de Carlos) contemplando la pericia ocular realizada dentro de un aljibe de agua ubicado dentro de una chacra de Allen.

Introducción.

“!Vamos a allanar una chacra en Allen! Un testigo de identidad reservada la señalo.” Me avisaron a modo de confirmación y casi a la misma vez Claudia Painevil (la hermana de Carlos) y Gisella Moreira (la abogada representante de la familia) hace dos meses. Es decir, que hubo 60 días para “organizar” el allanamiento. El retraso se dio, según la fiscal de la causa Teresa Giuffrida, porque el equipo -de gendarmería- encargado de trabajar con un georadar es el único que existe en el país, y que este se encuentra localizado en Buenos Aires. Lo cual es cierto. Pero tanto la fiscal como el comisario lograron “mostrar la hilacha” con sus actos de soberbia, torpeza y palpable desinterés. “Usted hoy me demostró que no le interesa buscar a mi hermano” interpelo Claudia Painevil a la fiscal Teresa Giuffrida. A la familia no le quedó duda sobre los distintos mecanismos y excusas que argumentan los agentes del Estado para entorpecer la(s) causa(s) -de desaparición forzada-, desviando el proceso, haciendo de éste un angustiante y lento camino de desesperanza y cansancio físico y emocional.

Kiñe.

Primer capítulo.

Mostrar la hilacha.

Mientras ingresamos caminando a la chacra, Juan Painevil que iba a mi lado, me confesó algo, que luego volvería a confirmar de forma pública: “Torres hoy mostró la hilacha. Yo en un momento había llegado a confiar en él. Pero hoy me terminó de confirmar de qué lado de la causa está”. Juan no dudó en repetirlo en presencia de la fiscal Teresa Giuffrida: “¡Hoy Torres mostró la hilacha! Presentó esa soberbia que no le había salido nunca. Cuando hemos charlado me golpea el lomo, y hoy se le soltó la cadena, y no es así. ¡Él me está jugando en contra! ¿Por qué tengo que soportar que se me ría en la cara? Él me conoce hace muchísimos años, y él sabe también, y ayuda a esconder todo ésto, porque él tiene mucho conocimiento en el tema de mi hijo, y se hace el boludo. Hoy me lo demostró, pero de una forma que no hace falta ni preguntárselo. Terminó siendo un Granero más”.

Torres es el comisario que lleva adelante la investigación desde mayo de 2016. El único caso que tiene que investigar es el caso de Carlos Painevil. En el día del allanamiento tenía que estar a las diez y media de la mañana coordinando el operativo, pero llegó, soberbio y agresivo, once y diez, en su auto junto a la fiscal adjunta Laura Olea. Éste era la primera inspección ocular relevante en cinco años. Para la familia era doblemente importante. Primero porque ya pasaron 5 años desde que Carlos desapareció, y en segundo lugar, porque el hecho de comenzar con los rastrillajes resignifica el valor de esperanza -de encontrarlo en las condiciones que sea, pero de encontrarlo al fin- y de que el caso está activo y en movimiento. Sin embargo Torres pronunció dos frases contundentes y significativas, que seguro la familia Painevil no olvidará. La primera que pronunció Torres fue luego de que Claudia Painevil le recriminará el horario de su llegada. “Tranquila porque yo tengo que pagar la nafta”. Categórica Claudia le respondió, “¿y es mi responsabilidad darte nafta? ¡El Estado es el responsable! Es el Estado el que debe facilitarte los medios para que estés acá”. Luego cuando Claudia se quejó por las distintas excusas que están presentes constantemente dentro de la causa, Torres le respondió que la verdad no le importaba lo que pensara. Claudia es la persona que empuja la causa para adelante junto a la abogada Gisella Moreira, ambas se constituyeron como querellantes hace exactamente un año (véase “Las líneas investigativas del laberinto judicial”). Sin embargo Torres no sólo que es incapaz de contener y escuchar a la familia, sino que más directo aún, no le importa lo que la familia piensa. ¿Qué queda para el resto de la sociedad de Allen y Río Negro? ¿Qué importancia le pueden dar al caso el resto de la policía y el poder judicial si a los responsables de investigar no les importa que piensa la familia? ¿Qué clase de problematización se puede establecer con este cuadro de situación frente a futuras desapariciones, ante las que aún continúan impunes en la región?

El pozo de torres..jpgPablo Torres (el hombre con la carpeta en la mano) mirando como trabajan los bomberos dentro del aljibe de agua.

Antes de terminar este capítulo me gustaría agregar tres datos de relevancia en la causa. Primero: Pablo Torres, antes de ser designado al caso Painevil, era el responsable de investigar la causa “Manzanas Blancas” (contrabando, desde Allen a España, de tres toneladas de cocaína). Segundo: el ex fiscal Ricardo Romero que estaba a cargo de la causa Painevil fue procesado e implicado en 2013 por estar relacionado directamente con la misma causa de contrabando. Tercero: Granero es el comisario que asumió la causa Painevil desde el principio. Este comisario tenía una carta de Carlos -dedicada a su esposa- que sirvió para cotejar una pericia caligráfica, ya que una de las pruebas presentadas burdamente en el principio del caso fue un papel supuestamente escrito por Carlos en el cual él mismo reconocía que se iba por propia voluntad abandonando a sus dos hijos y su esposa. La familia de Carlos nunca creyó que ese papel lo haya escrito Carlos. Por su parte Granero se murió, desapareciendo en ese mismo proceso la carta y un celular del hijo mayor de Carlos.

Epu.

Segundo capítulo.

El escenario y la excavadora amarilla de tres toneladas que cayó en paracaídas.

Allen no es una ciudad grande. La gente se suele cruzar en más de una oportunidad dentro del mismo día. “Acá nos conocemos todos”, me confirma Juan, el papá de Carlos. Para ser más concreto y gráfico aún, comparto una escena digna de analizar, que retrata por un lado la “familiaridad” de la ciudad, pero también la inoperancia e improvisación de la fiscal Teresa Giuffrida y el comisario Pablo Torres: cuando los bomberos comenzaron a cavar llegaron rápidamente a la tapa de un aljibe de agua. Había que continuar cavando más profundo. Le comunicaron a Torres y a la fiscal que sería necesario un retroexcavadora porque sino tendrían que tardar mucho tiempo innecesariamente, casi todo el día. En ese momento, cuando pronunciaban los nombres de las posibles personas de la ciudad que podría brindar el servicio, pasaba por la calle lindera a la chacra una camioneta conducida por una de las personas citadas como opción. Sin dudar Nancy (la mamá de Carlos Painevil), que también lo conocía le hizo señas con las manos, pero éste no la vio. Enseguida uno de los bomberos lo llamó desde su teléfono celular. En menos de 20 minutos el hombre estaba en la chacra con una retroexcavadora amarilla de tres toneladas de peso. Cayo como de un avión. Torres y Giuffrida prácticamente no participaron en la acción. Los bomberos hicieron su trabajo. Hicieron el trabajo que habían venido a hacer ellos con las palas y también el de coordinación que les correspondía a la fiscal y al comisario. Pero no sólo eso es necesario destacar, sino que también es necesario señalar que ni siquiera habían contemplado, ni el comisario ni la fiscal, dentro de los dos meses de espera -siendo ésta la primer pericia luego de 5 años- la utilidad y presencia de una retroexcavadora para periciar un pozo ciego tapado hace meses. Claudia Painevil no dudó en señalarselo: “es una falta de respeto que usted no haya estado acá para iniciar el allanamiento. ¡A las diez y media tendría que haber estado acá! ¿Y el luminol? ¿Por qué no contemplo que podíamos necesitar una retroexcavadora?  ¡No es un perro! ¡Es mi hermano a quien buscamos!

La chacra..jpgFrente de la chacra, escenario de la pericia ocular. Allen, Río Negro.

Para ingresar por la chacra hay que atravesar 5 km de una calle angosta, iniciar en la Ruta Nacional N° 22 y detenerse en un frente de álamos mal cortados. A diferencia de otras chacras y épocas del año, prácticamente está no tiene plantaciones de álamos, sólo dos o tres en el frente, como se observa en la fotografía. Dentro de la chacra hay un campo arado de una hectárea en el frente, y otra media hectárea con lechugas a punto de ser cosechadas en la parte de atrás de la casa de los dueños. Los dueños no son los dueños, sino inquilinos. Hace cinco años que alquilan. Aún le queda casi un año y medio de contrato. Juan me confirma que él en varias oportunidades les ha venido a comprar verduras para revenderla en su despensa. Ellos, los inquilinos, se perciben rápidamente como una familia trabajadora que le dedica muchas horas al campo, pero que ahora no están pasando una buena época. Les entraron a robar dos veces en estos últimos meses, y no tiene muchas ganas de seguir en el lugar. Tienen miedo de volver a perder lo cosechado.

Zapallos Calabaza..jpgCajones y zapallos dentro de la chacra inspeccionada.

En el territorio la tierra está blanda y dada vuelta. Mientras miro el camión de los bomberos sobre la tierra, veo sobre uno de los extremos de la chacra a una de las inquilinas del lugar trabajando la tierra, sobre lo que creo que son lechugas. De un lado de la casa veo una habitación vieja repleta de cajones de frutas. Al lado de la habitación hay, sobre el piso, decenas de zapallos calabaza. Al lado de los zapallos, un poco más retirado un vivero semiabandonado y un auto viejo rodeado de más cajones. Algunos perros dan vueltas por el lugar. A lo lejos se ven gallinas caminar dispersas. Son las doce del mediodía, aún quedan dos horas más de inspección.

Küla.

Tercer Capítulo.

La indignación de un familiar: “Nosotros somos unos simples laburantes que perdimos todo en la búsqueda y en las mentiras que nos dijo la justicia”.

“Usted no me puede dar ninguna respuesta porque no la tiene”, concluyó la interpelación Claudia. Teresa Giuffrida la escucho atenta, pero no por respeto, sino porque verdaderamente no tenía que responder. Claudia prosiguió lúcida y resuelta, mientras los bomberos, su familia y el comisario Torres la observaban de cerca. El reclamo de Claudia sonó como un estallido de lucidez en medio del campo abierto. Escuchar y leer cada frase de Claudia es como leer un documento sobre todos los casos de desaparición forzada en el país. Las negligencias, torpezas y complicidades descritas por Claudia, son perfectamente aplicables a otros casos de la región. El comportamiento de las personas responsables de investigar los casos mantiene un patrón asombroso, y peligrosamente temerario. Leamos el grito y el reclamo de Claudia como si se tratara del reclamo de decenas de familiares a lo largo del país que se encuentran con los mismos escenarios indignantes:

“Usted tendría que haber estado acá como correspondía. ¿Sabe cuál es la otra cosa qué puso por delante Torres? Que yo estaba hablando mal de los bomberos. ¿En qué momento? Los bomberos están trabajando, apalearon como burros. A ver, me gustaría ver si ustedes trabajan ad honorem como trabajan ellos. ¡No! ¿Sabe qué más me dijo? ‘Yo me muevo en mi auto, porque no tengo combustible’. ¿Quién es responsable? ¿Yo? ¿Mi familia? ¿O el Estado? No, acá hay un montón de cosas mal. Entonces, empecemos a trabajar como hay que trabajar. Esperamos cinco años doctora. Pero usted ya tendría que haber sabido que había que hablar para tener una retroexcavadora si hacía falta, porque estamos hablando de un pozo de años, entonces usted como investigadora, con experiencia, tendría que haberlo sabido, no los bomberos pensar por ustedes. No se tenía que resolver eso en el momento, ya tendría que haber estado acá. ¿Nosotros no tenemos derecho? ¡Yo quiero que estén las cosas! Usted me dijo que iba a haber una prueba con luminol. ¿Y los perros que iba a traer? Usted me dijo que acá se iba a hacer una diligencia con perros. ¡Yo no soy boluda, ni sorda! Acá se tendría que haber buscado con los perros, porque no sabemos si no está enterrado acá mi hermano. ¿O usted sabe? Yo no estoy poniendo en tela de juicio a las personas que viven acá, sino a los que vivían antes que son los responsables. ¡Ahí pasaron! ¡Todos pasaron! Todos los que usted tiene indicado que le hicieron algo mi hermano. Y usted me dice a mi que nadie sabía. ¡Todos pasaron mientras nosotros estábamos dentro de la chacra! ¡Y nos levantaron la mano! Vengan a tomar mate con mi mamá y mi papá y a darle besitos. Ustedes lo que esperan es que como familia yo no venga y le discuta de caliente, porque es mi hermano el que se perdió señora. ¡No es un perro! ¡Es un ser humano! Y usted no se pone en el lugar. Usted no sabe si nosotros dormimos, si estamos o no estamos. No. Porque no le importa nada. A usted no se le perdió un pibe, se le perdió a mis viejos. Piense doctora, se le pierde un hijo, ¿qué carajo hace usted? Claro usted tiene todo el poder, la plata, todo. Nosotros no. Nosotros somos unos simples laburantes que perdimos todo en la búsqueda y en las mentiras que nos dijo la justicia. Porque esperamos de la justicia, que no existe. ¡No existe la justicia! ¿Por qué no trajo el luminol? ¿Esperamos dos días más ahora? Mientras tanto pasaron todos por allá, por la calle. ¡Todos pasaron! La hago responsable cuando falte algo acá, porque es su trabajo. Como perdieron el chaleco, como perdieron pruebas. ¡Nadie sabe que paso con el chaleco! ¡Nadie fue! ¡Todas las pruebas se pierden! El auto se movió antes. ¡Nunca se tendría que haber movido antes! Nunca se tendría que haber llevado a la familia Gulello. Ahí esta el auto. ¡No se terminó de peritar, pero lo entregaron! Total Romero no molestaba. ¡Todos son iguales! Porque a nosotros se nos perdió. Ojala un día sientan lo que sentimos nosotros. Lo que es levantarse, acostarse y vivir con ésto. Y no estoy haciéndome la victima. Nosotros la luchamos todos los días para seguir viviendo y encontrar a Carlos. Y si usted cree que yo también soy una víctima hágale justicia a los hijos de mi hermano, a mis papás que se están destruyendo día a día. Usted mire a mi papá y recuerde como empezó. ¿Se acuerda? Eso es lo que me da rabia, que usted jamás se ponen en el lugar del familiar. Eran las once y nosotros estábamos parados ahí afuera como pelotudos, porque no vinieron, porque para nosotros como familia es importante que si diez y media empezaba, diez y media ustedes tenían que estar ahí, porque somos nosotros los que esperamos hace 5 años justicia”.

Claudia y los bomberos..jpgClaudia Painevil, junto a los bomberos, luego de interpelar a la fiscal Teresa Giuffrida.

Nancy, la mamá de Carlos, surca la chacra en diagonal mirando de reojo la calle lindera. Detrás de ella hay un camión de bomberos. ¿Cuántas veces habrá visto Nancy a Carlos vestido de bombero? En la foto principal con la que buscan a Carlos, él aparece vestido de bombero. Nancy recorre toda la chacra. Mira de lejos a Claudia interpelando a la fiscal. Mientras escribo, la imagen de Nancy cruzando la chacra se mezcla con la imagen de Juan parado sobre la tierra blanda y seca, contemplando el trabajo de los bomberos. Antes de despedirme de ambos nos comprometemos a juntarnos a charlar. Juan y Nancy se fueron decepcionados de la inspección y del accionar de Torres.

Nancy Varela..jpgNancy Varela, la mamá de Carlos, caminando por la chacra en donde se realizo la inspección ocular.

Meli.

Cuarto Capítulo.

El pedido de la abogada de la familia.

Gisella Moreira, abogada querellante en la causa, le exigirá a Teresa Giuffrida, desplazar a Pablo Torres de la unidad de investigación por establecer retardos injustificados dentro de los procesos de la causa, teniendo en cuenta que la única función de este “agente” es la investigar la desaparición de Carlos Painevil.

Kechu.

Quinto capítulo.

El historial de violencias: tres acontecimientos significativos dentro del manual de desapariciones forzadas.

Seguramente el lector mientras lee esta crónica tendrá presente el caso de Santiago Maldonado, y encontrará también en esta causa hechos y comportamientos similares por parte de los diferentes agentes del Estado comprometidos. Se trata de un patrón nítido que se repite en cada uno de los casos de desaparición forzada del país. Nos referimos a un historial de violencias que prácticamente podrían constituir y construir un manual de acciones, omisiones y complicidades por parte de los diferentes agentes del Estado comprometidos en las causas. En este caso sólo voy a mencionar tres hechos que me parecen son apropiados para sintetizar esta instancia del caso. Más adelante, mientras avance la investigación del caso por la desaparición de Carlos Painevil, enumerare otros hechos que permitirán visualizar y problematizar el caso.

Primero: son los familiares -y amigos de la familia-, dadas la inoperancia y la complicidad de los diferentes agentes del Estado, los que llevan adelante las causas de investigación forzada. La familia Painevil no sólo que se ha cargado al hombro la investigación sino que además han tenido que vender prácticamente todos sus bienes y ahorros para continuar con la búsqueda de Carlos. En la actualidad Juan y Nancy, los padres de Carlos, han colocado a la venta su casa y su auto.

Segundo: la policía y la fiscalía no sólo que no resguardan la escena del crimen, sino que además pierden pruebas y alteran de distintas formas la escena del crimen.

Tercero: las causas son desviadas de su eje de investigación criminalizando a las propios familiares, e inclusive a la propia víctima. De Carlos se argumentó desde un principio del caso que se había ido de su casa por propia voluntad, a pesar de que su  auto quedó abandonado en Neuquén, mientras que sus documentos quedaron en su casa junto a su esposa e hijos menores de edad. En este contexto no es menos importante señalar que el primer y único allanamiento del caso se realizó dentro de la casa de la víctima. Si tomáramos como ejemplo el caso de Santiago Maldonado, recientemente se intentó argumentar desde el Ministerio de Seguridad de la Nación que el joven desaparecido era un terrorista que se escapó hacia Chile. Mientras que en uno de los programas más visto de la televisión (La noche de Mirtha Legrand) la ministra de seguridad Patricia Bullrich afirmó que la familia de Santiago no colabora con la causa, poniendo en duda también que el propio Maldonado haya estado en Esquel. El primero de septiembre un mes de la desaparición y la ministra de seguridad de la nación aún no reconoce que Santiago Maldonado estaba en Esquel cuando desapareció.

Para concluir, y en este contexto en donde se entrecruzan las persecuciones políticas y las persecuciones étnicas, me gustaría citar tres consignas comunicacionales que entiendo deberían acompañar cada uno de los casos que ocurren en esta parte del territorio mal llamado Patagonia Argentina.

Kayu.

Sexto capítulo.

Las consignas comunicacionales.

Kiñe:

“¿Cuánto vale un desaparecido en democracia para un Estado que se ha ‘forjado’ sobre un genocidio (originario)?”

Epu:

“Memoria, Verdad y Justicia también para el genocidio iniciado en 1879 y que aún no tiene responsables, ni un juicio justo”.

Küla:

“Detrás de una historia barrial, existe una historia ancestral”.

Fey mütem (eso, no más).

Crónica y fotografías: Gustavo Figueroa.

Dejar un comentario