«La pibita se me murió de miedo».

El testimonio del homicida: caso Noemí Maliqueo.

Newenken, territorio mapuce.- Las pericias psiquiátricas y balísticas, las escuchas telefónicas y el testimonio del único imputado y responsable por el homicidio de Noemí Maliqueo fueron los ejes de exposición durante la cuarta jornada judicial en donde se juzga el grado de responsabilidad de Marcelo Valdez. Profundizar en los distintos hechos y acciones que construyen y argumentan las consecuencias de la «filosofía de la tortura» es un camino jurídico que debe repensar a los victimarios como sujetos que responden a una práctica cultural y no ha impulsos psicópatas, perversos o egoístas aislados de las relaciones sociales de poder existentes.

Se me murio de miedo..jpgMarcelo Valdez declarando ante el juez y el Jurado Popular.

“Mi impresión es que el jurado no se conmovió para nada con la declaración de Valdez”.

Gisella Moreira – abogada querellante.

Día 4.

Lunes 4 de julio de 2016.

El pedido de disculpas y el testimonio de Valdez.

Marcelo Valdez se acerca por primera vez a la mesa. Toma el micrófono. Su cabeza sale desde el interior de una campera roja. Extiende su cuerpo desde la silla en la que está sentado hasta el micrófono. El jurado Popular va a conocer su voz. Valdez queda en una posición incómoda. De igual modo comienza a hablar. Hay que hacer un esfuerzo para escucharlo, para reconocer las frases que articula. Le pide perdón y disculpas varias veces a la familia de la víctima. Su tono es dubitativo: “yo no quería matarla. Fue un accidente. Incluso intente ayudarla. No la deje tirada.” Valdez se dirige todo el tiempo a la juez Beatriz Álvarez. A veces mira al Jurado Popular. La familia lo escucha en silencio. No realiza ningún comentario, ni gesto. Simplemente lo escucha: “Fue un accidente. No la maté porque si. Hacía dos años que estábamos juntos. Pido disculpas a la familia. Que me personen. Me tomaron como un monstruo, pero fue un accidente”.

El arma y el detective.

El arma y el detective..jpgLa fiscal Soledad Rangone le exhibe el arma hallada en la quinta vivienda a Sergio LLaytuqueo.

Sergio Llaytuqueo es comisario. Se identifica como detective policial. Trabaja en casos de homicidios, delitos sexuales y desaparición de personas.

“El 19 de noviembre del año pasado (2015), cuando tomamos conocimiento por un informante, del paradero de Valdez -además de las informaciones de las intervenciones telefónicas- ubicamos un complejo de 8 piezas: en la quinta estaba ubicado el sospechoso”:

Valdez se había fugado a Allen. Cuando, cerca de las siete y media de la mañana, llegó la policía Valdez estaba dormido. Tenía un arma sobre la mesa de luz. “El arma estaba cargada. Tenía un cartucho en la recamara. Y 10 o 11 balas más”. Valdez no opuso resistencia cuando lo encontraron. Estaba semi dormido. De la vivienda se llevaron un celular y el revólver.

“Valdez estaba arruinado”. “Pudimos constatar su identidad sólo por los tatuajes, porque la foto que teníamos era muy diferente a la persona que encontramos, ya que estaba muy flaco y desarreglado”.

Las escuchas telefónicas.

El oficial Inspector Valentín Gutiérrez está parado en la sala de audiencia. Sostiene un micrófono. Se dirige al jurado.

“Cumplo servicios en el Departamento de Seguridad Personal. Hace 15 años que estoy en la fuerza. El Departamento de Seguridad Personal se dedica a homicidios y desaparición de personas. Cuando nosotros tomamos conocimientos del hecho nos trasladamos al lugar y empezamos a recabar información de testigos, hacemos un trabajo investigativo”.

Gutiérrez es alto y viste un traje oscuro. Mientras que la fiscalía reproduce las llamadas telefónicas intervenidas, él va contextualizando los audios. A veces completa las frases que no aparecen. O repite fragmentos que no son del todo claros. Gutierrez sitúa su relato en las viviendas de Allen donde fue hallado Valdez. Asegura que previamente al ingreso a la pieza donde estaba refugiado el imputado el Departamento de Seguridad se entrevistó con vecinos del lugar.

“Nos dijeron que había una sola persona que vivía en el lugar donde residían peones, que salía poco y que cada vez que salía miraba para todos lados.

Gutiérrez afirma que analizaron 170 audios y que en ellos se pudo observar que las intenciones de Valdez eran las de seguir prófugo y que quería mantenerse en el ambiente delictivo.

“Papá se robó un caballo y un chancho, y otras cosas. Papá tiene plata para que vengas a comer un asado”, con estas palabras se dirigió por teléfono Marcelo Valdez a su hija menor de 5 años. Marcelo Valdez cumplia años el 12 de noviembre, dos meses después de haber asesinado a Noemí.  A pesar de ello, Marcelo Valdez no dudó en organizar un asado en su honor. Invito, según las escuchas telefónicas que se expusieron durante la cuarta audiencia judicial en su contra, a su sobrino e hijos. También intentó invitar a su ex pareja Graciela González. Valdez tuvo tiempo para robar primero y luego ofenderse e insultar a su ex pareja por no querer asistir al asado junto a la hija que tienen en común.

Los llamados telefonicos..jpgLa fiscalía reproduciendo parte de las llamadas telefónicas intervenidas.

Durante las llamadas reproducidas Valdez se comunicó con un sobrino, con su ex esposa Graciela González, su hija y uno de sus hijos mayores.

“Los perros andan cerca”, le advirtió su sobrino “el gordo” en referencia a la presencia de la policía.

“Vos deberias haberte entregado”, le sugirió Graciela González, por lo que Valdez respondió: “Si, la pibita se me murió de miedo”. “Me cague la vida”, remató.

Más adelante, según las palabras de Gutiérrez, Valdez aseguró por teléfono: “ya tengo el relleno de tus caramelos”, en una clara alusión a la venta de estupefacientes.  

Como adelanto el inspector Valentín Gutiérrez, Marcelo Valdez se movilizaba en un mundo delictivo.

El constante desprecio de Valdez hacia lo cercano era una forma concreta de vincularse y dialogar.

La mente de Valdez.

Ángel Lombino pertenece al Gabinete de Psiquiatria y Psicologia Forense del Poder Judicial de Neuquén. Se desempeña como perito forense desde agosto de 2015. Es médico forense y está designado para todos los fueros. En el ámbito penal se le encomiendan pericias en relación del estado mental, sobre el hecho que se investiga y las capacidades jurídicas.

En el momento del examen, el 18 de diciembre de 2015, el señor Valdez estaba angustiado y con malestar.

El doctor Lombino le explicó al Jurado Popular que Valdez, luego de ser detenido se realizó cortes en los brazos e intentó ahorcarse.

También evalúe su estado mental al momento del hecho, y no había alteraciones en su estado mental. El relato que hace Valdez del hecho, es un relato coherente. Tiene un sentido, una lógica. O no aparecen datos que demuestren que tenga alteración psiquiátrica, que no pudiera manejar sus actos”:

El psiquiatra de Valdez..jpgEl doctor Ángel Lombino durante su exposición.

La construcción del monstruo, la filosofía de la tortura y los asesinos de la voluntad femenina.

Al finalizar su testimonio Valdez utilizó la palabra monstruo para calificarse: “me han tomado como un monstruo, pero fue un accidente”,sentenció incómodo. Y esa autolectura no es casual ni arbitraria. Numerosas pruebas lo comprometen y lo colocan en un lugar desleal y desdeñable. Valdez le disparó un tiro en la cabeza a una joven de 21 años, ejerció poder y prácticas de sometimiento y violencia contra su cuerpo y estructura emocional. Intentó asesinar a otra mujer, una ex pareja. Mostró tanto en los audios, como en las conclusiones y testimonios de los testigos no tener escrúpulos y no estar arrepentido de lo que hizo. Durante las audiencias no demostró gestos de arrepentimiento o culpa. Como asegura la abogada querellante Gisella Moreira, luego del asesinato de Noemí, Valdez no demostró estar realmente preocupado por el delito que había cometido y por el atentado que había propinado a la familia de la víctima; no intentó contactarse con la familia, ni siquiera demostró padecer por la pérdida humana que había ocasionado. Distinto a ello, Valdez se mostró más preocupado por festejar su cumpleaños y que una de sus ex parejas asistiera a ese festejo.

Es verdad también que la exposición sistemática de estas acciones y prácticas no son una demostración insensata de un hombre perverso y psicópata. Las acciones de Valdez no son las de un loco o una especie de monstruo extraño que no encuentra su lugar en el mundo. Sus prácticas, como ya hemos advertido, responden a prácticas culturales, responden a una filosofía de la tortura. El mismo imputado lo reconoce en los audios de las llamadas telefónicas intervenidas: “hay un hijo de puta peor que yo”, en referencia a un feminicida que había prendida fuego a su pareja. Las acciones de Valdez no son deliberadas, ni responden a una ingesta de alcohol, ni de drogas. No son acciones fortuitas, ni accidentes irreparables. Las acciones de Valdez responden a un sistema y una maquinaria de poder que compromete la voluntad de un género sobre la voluntad de otro. El género femenino, como base de la tortura, está condicionada a ser sometida; ésta es una pauta social de las comunidades capitalistas – reaccionarias. Los actores sociales de mayor poder -los hombres- dentro de estas comunidades transitan la bestialida y la brutalidad sin consideraciones, ni fronteras. El libre ejercicio de sus voluntades demanda que el cuerpo del genero opuesto sea violentado, censurado, sometido, regulado, anestesiado. Desaparecido. Los hombres que transitan las sociedades capitalistas – reaccionarias construyen sus castillos de poder con la sangre y la voluntad del género opuesto -que los contempla extrañadas y desprovistas de derechos y argumentos-. “Cuando Noemí estaba cerca de Roberto no hablaba”, confesó una de las ex parejas de Valdez. Y este hecho no es menor, ni aislado. Dentro del castillo y el mundo sin fronteras de “los asesinos de la voluntad femenina” se iza el silencio y “el padecimiento del súbdito” como bandera e instrumento de poder y sanción punitiva. El disparo de Valdez fue un castigo al cuerpo sometido que intentaba rebelarse.

 

Crónica y fotografías: Gustavo Figueroa.

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